En el campo es donde se producen los alimentos que consumimos en las ciudades y centros de ‘desarrollo’ del mundo. En esa ruralidad viven cerca de 3.000 millones de personas. Pero…

cerca de 80 por ciento de esa población vive en estado de pobreza extrema y hambre, según datos del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, FIDA.

En ese espectro, la discusión sobre los modelos agroalimentarios se ha intensificado, donde los intereses de grandes corporaciones y personalidades extremadamente ricas desbordan sus discursos de modernización, tecnologízación y aumento de la productividad como solución a la problemática,

“(…) dejan de lado las cuestiones de acceso, control y distribución de alimentos (…)”

dice la introducción de “Extractivismo agrario en América Latina“, reciente publicación del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, junto con la Universidad de Calgary.

La desigualdad, insostenibilidad y vulnerabilidad de este sistema se ha puesto aún más de
manifiesto bajo la pandemia del COVID-19 (…)”

A 2021 eran 828 millones de personas en el mundo, las que padecían hambre. ¡150 millones más que en 2019! América Latina fue la región del mundo donde más aumentó el hambre durante los años de pandemia; valga decir, que el número de personas subalimentadas (término que utiliza la FAO) para decir ‘con hambre’ en la región aumentaba ya desde 2014. ¡Y la pobreza contribuye a empeorar esta situación!

El extractivismo agrario

Como lo aclaran autores de la introducción del libro, los gobiernos de izquierda así como de derecha “siguen priorizando y apoyando el modelo agrolimentario dominante“.

Así la crítica fundamental del libro se centra en las lógicas del modelo extractivista agrario que se ejemplifican y analizan en los nueve capítulos, de igual número de autores y países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México y Uruguay.

En el libro, anuncian los autores de la introducción, se plantea y discute el concepto de extractivismo agrario que en sus lógicas y funcionamiento que “erosiona la autonomía de las y los agricultores, despoja a la población trabajadora del campo, expropia la naturaleza y se apropia de la plusvalía”, desde perspectivas basadas en la economía política agraria crítica y la ecología política (feminista).

“De hecho, esta conversación entre los estudios agrarios y ambientales es una de las principales contribuciones conceptuales y metodológicas de este volumen.”

El libro se puede adquirir en digital o en papel en el enlace aquí.