Un estudio recientemente publicado por el Instituto de Aguas, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas UNU-INWEH, alerta sobre un riesgo global emergente: el envejecimiento de represas o infraestructura de almacenamiento de agua.

El reporte ofrece una visión general del conocimiento sobre el envejecimiento de las grandes represas, dado que son miles las infraestructuras de este tipo que han pasado el umbral de los 50 años y muchas otras se acercan a los 100 años.

El análisis cubre grandes construcciones en regiones geográficas extensas y sus funciones (agua potable, irrigación, control de inundaciones, hidroeléctricas, recreación). A pesar de que hay planes de construcción de varias represas en algunas regiones, el estudio asegura que no se presentará una “revolución de embalses” tan intensa como la que se dió a comienzos de la mitad del siglo 20.

Las represas más grandes

Represa de Itaipú, Brasil – Paraguay (1974-1982 /91). Por su potencia, es la segunda más grande del mundo, tras la “Presa de las tres gargantas” de China. Foto: Cristy Valencia.

Según la Comisión Internacional de Grandes Represas (ICOLD) , una represa grande es aquella que tiene una profundidad igual o mayor a 15 metros ó una que tiene entre 5 y 15 metros represando más de 3 millones de metros cúbicos.

Con 23.841 represas, China es el país que más embalses grandes tiene en el mundo y la edad promedio es de 46 años. Estados Unidos la sigue con menos de la mitad, 9.263 represas, pero un promedio de edad mayor: 65 años.

Brasil y México

En América Latina, Brasil y México son los países que tienen más represas grandes, 1.365 y 1.079 respectivamente. Destacan los autores que las represas grandes del América del Sur no tienen tan extendido el problema de envejecimiento, aunque el promedio de edad según categorías funcionales se acerque a los 50 años. Más de la mitad de las grandes represas se encuentran en Brasil, pero sólo un número reducido sobrepasa este umbral.

Patagonia sin Represas. Marcha No HidroAysen en Patagonia, Chile, 2011
Marcha ‘No HidroAysen’ en Patagonia, 2011
Foto: Miradortigre

La región, es sabido, depende en gran parte de la energía hídrica para su abastecimiento. Aunque haya planes para construir cientos de represas en el subcontinente y algunas ya están en construcción, existe una oposición pública fuerte alrededor de los impactos negativos de estos mega-proyectos, incluyendo tanto los impactos ambientales sobre la cuenca amazónica como el desplazamiento de poblaciones indígenas.

¿Remoción o reactivación?

El reporte explora las prácticas emergentes de desactivación de presas envejecidas; prácticas que van desde la remoción hasta la reactivación de las mismas para abordar problemas de seguridad pública, elevados costos de mantenimiento, reserva de sedimentos o restauración de ecosistemas hídricos naturales. La desactivación de las represas es la opción escogida si las limitaciones prácticas y económicas previenen que una presa sea modernizada o su uso original se vuelve obsoleto. El costo de demoler una presa se estima que sea menor que repararla o modernizarla.

Impactos de la desactivación de represas

El tiempo de funcionamiento de las represas (cualquiera que sea su función) genera también impactos socioeconómicos que el reporte revisa incluyendo aquellos sobre los medios de subsistencia local, las herencias, el valor de las propiedades, la recreación y la estética. Es de anotar que dichos impactos varían significativamente entre los países de renta baja y alta.

Tanto en Europa como en Estados Unidos, desactivar las represas es un fenómeno reciente que gana espacio en estos países, donde varias tienen muchos años. Sin embargo, son las represas pequeñas las que están siendo removidas. El estudio ilustra varios casos de presas desactivadas para ejemplificar la complejidad y el tiempo que implica un proceso de este tipo. remover una presa pequeña requiere años (frecuentemente décadas) con la participación de expertos y el público, y revisiones regulatorias extensas.

El envejecimiento en masa de represas exige el desarrollo de un marco de protocolos que guíen y aceleren el proceso de remoción.

Encuentre el reporte en inglés aquí.